Premsa on line23/07/2006

L’estiu de Dolors Joanpere a una ONG

El Diari de Tarragona publica un ampli reportatge, de Xavier Fernández, en el qual es relaten les experiències estivals de diversos joves a una ONG. Una d’aquests joves és la vilaplanenca Dolors Joanpere, membre de l’equip de redacció de Lo Pedrís:

”Verano en una ONG “

«Había asistido a muchas charlas. Siempre me explicaban otros la situación en los países pobres. Decidí que debía conocer in situ y por mí misma lo que pasa»... «En Occidente nos sentimos como en una burbuja. Sólo recibimos una información distorsionada. No sabes qué sucede en realidad y por qué»... «Quería aprender de esa gente e intentar ayudarles un poco»... Dolors, Jordi y Jèssica son tres de las cada vez más personas que deciden pasar su mes de vacaciones en un destino 'solidario': convivir con habitantes de aldeas de Centroamérica, África o Asia. Más que nada, hacerles compañía, conocerles. Y ayudarles mínimamente, porque en sólo 30 días no da para implicarse en los proyectos que ya están en marcha. “

”Dolors Juanpere trabaja en la concejalía de Solidaritat i Cooperació del Ajuntament de Reus. Ha acumulado experiencia en Nicaragua, Marruecos y Cuba. Su primer destino: Palacagüina, una aldea nicaragüense. Su tarea: comprobar la marcha de los proyectos de cooperación. Palacagüina está hermanada con Arbúcies (Girona) y las escuelas y comercios se implican con sus homólogos del otro lado del charco.

«Lo mejor es que no te alojas en un hotel, sino en la casa de una familia. Hay mucho más contacto. No tienen nada y te ofrecen todo y más», dice Dolors, de 28 años. Juanpere tuvo que asistir a unos cursillos previos de formación que imparte la ONG que organiza el viaje. Luego, ya en casa, tocaba explicar la situación real del país.

Los viajes solidarios se basan así en tres patas: formación previa, contacto directo y sensibilización al regreso. Se aprende a apreciar las cosas a las que habitualmente no se da ninguna importancia. Dolors: «En la casa donde yo estaba sólo había una bombilla. La pasaban de una habitación a otra por un cable. Cuando volví, caminaba por casa a oscuras».

Jordi Moreno, ingeniero de telecomunicaciones de 26 años, y su pareja, Jèssica Baget, diseñadora gráfica, de la misma edad, coinciden: «Se relativizan los problemas. Allí nos duchábamos con cazos que cogíamos de un cubo de 4 ó 5 litros de agua. Y nos sobraba». Viajaron en agosto pasado a Chagüite Blanco, también en Nicaragua.

Cada día se levantaban a las 6. «No teníamos ni agua ni luz y había que aprovechar la luz del sol», recuerdan. Luego, ayudar en las tareas domésticas, comprobar la marcha de un proyecto de becas escolares, comer con las familias, montar una especie de 'esplai' con los niños de la aldea... Y cada tarde, a las 16 ó 17 horas, a casa cuando, invariablemente, empezaba a llover. Tras la cena, hacia las 18 horas, la tertulia. De temas serios, como la situación política o económica. Jèssica: «Me preguntaron si yo podría vivir con un euro al día. Al responderles que no, replicaron 'nosotros no vivimos, sobrevivimos'».

También había conversaciones más anecdóticas. Jèssica: «Se interesaron por dónde vivía. Cuando les conté que en un piso, no lo entendían. Muchos no han salido de la aldea en su vida. Sólo han visto las chozas. Preguntaban si no nos caíamos unos encima de otros».

Dolors viajó mediante tres ONGs: Soarpal, Fundarpal y Sodepau. Jordi y Jèssica a través de Setem.

La última tendencia es que las Organizaciones No Gubernamentales se conviertan en una especie de agencias de viajes. No sólo trasladan a sus colaboradores de verano, sino que incluso se han apuntado al llamado «turismo responsable», una combinación de visita turística, compromiso con los países de acogida y respeto al medio ambiente.

Un ejemplo es Setem. Ha rubricado un acuerdo con la agencia Taranná para ofrecer doce «rutas solidarias»: Senegal, Mali, Marruecos, Perú, India, Nepal, Brasil... Los precios, entre 1.300 y 2.400 euros por persona por una quincena de días de viaje. Judith Monlleó, de Setem en Tarragona, explica: «La formación no es tan completa, pero ves cómo viven los pueblos y no vas al Caribe a ponerte moreno».

El responsable de la URV solidaria, Joan Fuster, asegura que «hasta hace dos días, las ONGs se negaban a admitir que hacen turismo. El término turismo tiene connotaciones negativas porque en España nos hemos desarrollado gracias a un turismo depredador. Pero el turismo, si es sostenible y responsable, puede ser un instrumento de desarrollo».

Fuster prepara una tesis doctoral sobre el «turismo justo». El perfil de este turista en España y Catalunya es un joven de entre 20 y 35 años. En cambio, en EEUU suelen ser profesionales en la cincuentena, con «salud, dinero y necesidad de hacer algo por los demás». Es el concepto del «pay for employement» (pagar por trabajar, por obtener una experiencia).

La formación previa es básica. Fuster: «En algunos países hacer topless resulta ofensivo. O en la India, llevar los hombros al descubierto es una falta de respeto». La ONG Acsud ha editado incluso las claves del «turismo justo».

La URV colabora con diversos proyectos educativos y sanitarios en Mozambique, Perú, Chiapas (México) o Senegal. Cristina Teixidó va a comenzar Sexto de Medicina. A finales de año viajará a Senegal: «Es una experiencia muy buena. Aparte de ayudarles, aprendes medicina tropical», afirma.

Será el primer viaje solidario de Cristina. Dolors, Jordi y Jèssica repetirán este agosto -en Guatemala y México. «Son viajes que todo el mundo tendría que hacer. Abren los ojos», concluye Jèssica.

Raquel Virgili

Diari de Tarragona, 23-7-2006

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